MI
ASCENSIÓN (Mayo de 1955)
LA
ASCENSIÓN DEL ALMA SUBLIMADA ES LA META DE TODA EXPERIENCIA HUMANA.
Poco se dan cuenta los hombres de cuánto tejen la escalera de la
conciencia ascendente a lo largo de muchas vidas terrenales, ni
cuánto de la energía de otras corrientes de vida está entretejida
en su esplendor elevador.
Mucho
antes de la hora de Mi propia Ascensión en la colina de Betania, mi
querida Madre había subido caminando por el camino de hierba que
conducía desde el valle a la rosa lisa que conformaba el ápice de
dicha colina.
Allí,
en profunda contemplación y oración, su propia fuerza vital
ascendía hacia el cielo y un torrente fluído de energía creaba un
sendero espiritual natural sobre el cual Mi propio espíritu, con el
correr del tiempo, habría de regresar a Casa.
En
aquel día aciago, obediente al llamado del Padre, Me preparé para
Mi despedida final a la Tierra y a quienes habían servido y vivido
en mi breve vida terrena. Sólo Juan y mi Madre conocían la
naturaleza de la experiencia que Yo tenía por delante.
Parándome
temprano, vertí Mi amor a la dulce Tierra, fragante con el perfume
de una nueva primavera, a las aguas limpiadoras que habían bautizado
Mi alma y purificado Mi cuerpo, al aire purificador que
agradecidamente había inhalado con Mis pulmones en aquel primer
aliento, tanto tiempo atrás en un establo en Belén, al sol
ascensional cuyo ejemplo habría de seguir en este día de días.
Emití Mi invocación al Santo Confortador para que entrara al
corazón y conciencia de mis diligentes y devotos discípulos, y los
sostuviera en el vamino veraz. Hacia la cima de la colina de Betania
me dirigí por el sendero conformado por las brillantes huellas de la
constante novena de Mi madre por Mi victoria. Mamá y Juan, al tanto
de Mi inminente iniciación, reunieron a los discípulos y seres
queridos a su alrededor, de manera que Yo pudiera tener algunas horas
de privacidad con Mi Señor y Dios.
Justo
antes del mediodía, ellos ascendieron a la cima de la colina, y al
llegar el sol a su cenit, los puse a todos amorosamente en manos del
Padre, aceleré la actividad vibratoria de Mis vehículos, y le dije
adiós al mundo y sus experiencias. Desde entonces he regresado a
menudo, en Mis vestiduras inmortales, a quienes amo y quienes me aman
y me sirven, ya que no hay
separación en el Amor Divino.
¡Al
conocer la gloria suprema de esa hora, no puedo más que exhortar a
cada querido hijo de Dios a prepararse para ese día! Cuando llegue
la hora y la citatoria del Padre de Luz llegue al corazón, también
ustedes conocerán el pleno y verdadero propósito para el ser
individual, el cual es convertirse en un Sol de Luz por cuenta
propia, libre de la rueda de nacimiento y muerte, y Maestro de la
energía y vibración, empero sirviente de todo lo que vive, hasta
que toda la vida sea también Libre-en-Dios.-
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