Hoy
24 de junio se celebra el nacimiento de Juan el Bautista, siendo el
único santo cuya celebración se realiza el día de su nacimiento.-
Durante
el reinado de Herodes vivía en Judea un sacerdote llamado Zacarías
junto a su esposa Isabel.-
Ambos
eran ya de edad muy avanzada y no habían podido tener hijos, lo cual
según la tradición hebrea era visto como un signo de desagrado por
parte de Dios.-
Un
día mientras Zacarías oficiaba en el Templo, debió encender el
incienso al Señor, según era la costumbre para la cual se dirigió
dentro del Santuario, mientras el resto de la gente permanecía
orando afuera en los patios.-
Una
vez allí se le apareció un Ángel y le dijo: Tus oraciones han sido
escuchadas Zacarías, tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás
por nombre Juan, será un gran servidor del Señor, pues estará
lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre.-
Él
abrirá el camino al Señor con el espíritu y poder del profeta
Elías.- (recordemos que Juan el Bautista fue una encarnación
anterior del Profeta Elías), el propio Maestro Jesús hará
referencia a esto cuando sus discípulos le preguntan “No
dicen los maestros de la Ley que Elías ha de venir primero? A lo que
Jesús responde, eso ya lo sabemos el viene primero y deja todo
reordenado, Yo les digo ya ha venido e hicieron con él todo lo que
quisieron según ya estaba escrito” (Marcos Cap. 9 Versículos
11-13)
Pero
Zacarías dudó de lo que el Ángel le decía y le preguntó:
¿Cómo
puede ser esto si mi esposa y yo ya somos viejos?
El
Ángel dijo: “Yo Soy Gabriel y he sido enviado para comunicarte
esta buena noticia.-
Mis
palabras se cumplirán a su debido tiempo pero tú no podrás hablar
hasta que todo esto ocurra.-
Fue
así que al salir del Santuario, Zacarías no podía hablar, por lo
que todos pensaron que había tendido una visión.-
Al
terminar el tiempo de su servicio en el Santuario, Zacarías regresó
a su casa y tiempo después Isabel quedó embarazada.-
Seis
meses más tarde el Arcángel Gabriel se le presentó a una joven
vestal llamada María que vivía en Nazaret para anunciarle que ella
daría a luz un niño, al tiempo que también le indica que su prima
Isabel estaba embarazada a pesar de su avanzada edad.-
Entonces
María decide ir a visitar a Isabel que vivía en una ciudad de los
cerros de Judá la región de Judea, haciendo todo ese recorrido a
pie.-
Se
dice que cuando llega junto a Isabel y la saluda, ambos bebes se
mueven dentro del vientre de su madre, e Isabel pronuncia lo que hoy
conocemos como el Ave María “Bendita tu eres entre todas las
mujeres y bendito es el fruto de tu vientre” a lo cual María
responde con la oración que hoy conocemos como el Magnificat:
Mi
alma canta la grandeza del Señor,
Mi
Espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador,
Porque
Él miró con bondad la pequeñez de su servidora;
En
adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
Porque
el Todopoderoso ha hecho en mi grandes cosas,
¡Su
nombre es Santo! Su Misericordia se extiende
de
generación en generación sobre aquellos que le temen.
Desplegó
la fuerza de su brazo, dispersó a los poderosos de sus trono, y
elevó a los humildes.-
Colmó
de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con las manos
vacías.
Socorrió
a Israel, Su servidor, acordándose de Su Misericordia,
como
prometió a nuestros padres, en favor de Abrahan.-
Finalmente
nace Juan el Bautista y al octavo día al momento de cumplir con el
rito de la circuncisión iban a llamar al pequeño Zacarías igual
que su padre, según era la costumbre, pero Zacarías por medio de
señas pide una tablilla y escribe en ella Su
nombre es Juan y en ese preciso momento
recupera el habla como el Arcángel Gabriel le había dicho.-
De
la niñez y primeros años de juventud de Juan el Bautista no se
conoce nada, se presume que al morir sus padres debió irse al
desierto.-
Lo
que sí se sabe es que comenzó su prédica en el desierto de Judea,
alrededor de los 30 años de edad que se vestía con piel de camello
y se alimentaba con langostas y miel silvestre y que venían a
escucharlo de todas las regiones del Jordán allí los confesaba y
los bautizaba en el Río Jordán.-
El
desierto de Judea era una vasta región, situada al norte del Mar
Muerto, justo donde desemboca el Río Jordán. Puede resultar extraño
que el valle de un río sea llamado desierto, pero hay que tener en
cuenta que ese último tramo del Jordán, antes de desembocar en el
Mar Muerto, es una zona donde no llueve casi nunca, el suelo es
infértil y ofrece al visitante un aspecto árido y desolado.
En
la región de Betania, al otro lado del Río Jordán, era donde Juan
bautizaba.-
Es
importante aclarar que en tiempos de Jesús, habían dos regiones
denominadas Betania; una cerca del Monte de los Olivos a tres
kilómetros de Jerusalén y la otra al otro lado del Río Jordán que
era un pequeño caserío ubicado a trescientos metros de uno de los
brazos del Río Jordán y a quince kilómetros al norte del Mar
Muerto, Justo a la altura de Jericó.
El
sitio elegido por Juan para bautizar, era muy apropiado,
porque allí podía encontrar un gran público.
Por
ese lugar pasaba la antigua carretera comercial que, partiendo de
Jerusalén (en el oeste), llegaba a Jericó, luego atravesaba el río,
y continuaba hacia el este del Jordán. Por lo tanto, diariamente
llegaba al lugar un gran número de viajeros y comerciantes, con sus
productos y mercancías, que buscaban cruzar el río.
Juan
entonces aprovechaba el nutrido tráfico de negociantes ricos, para
apelar a sus conciencias e invitarlos a la solidaridad.
También
allí, por ser el límite internacional del país, había cobradores
de impuestos y aduanas, a los que Juan aconsejaba no exigir dinero de
más. Y no faltaban los soldados que vigilaban la frontera, a quienes
los exhortaba a no enriquecerse ilícitamente en sus acciones
militares
Muchos
judíos que pasaban por
la zona no querían
escucharlo, diciendo que
ellos, por ser descendientes de Abraham, ya estaban salvados, pero
Juan, señalando las
piedras que había alrededor, les contestaba: "Raza de
víboras, conviértanse. No anden diciendo: "Somos hijos de
Abraham ", porque les aseguro que Dios puede sacar de estas
piedras hijos de Abraham"
Ni
siquiera el gobernador de la región se salvó de las críticas del
Bautista. Un día en que lo vio pasar por allí con su caravana, le
censuró públicamente su indecente matrimonio con la mujer de su
hermano.
Cuando
Juan terminaba de hablar, a quienes se comprometían a cambiar de
vida los invitaba a bautizarse en el río.
Juan
el Precursor, como se le llama a veces, cumplió la profecía de
su padre que decía que prepararía el camino para la llegada del
Mesías.
Mucha
gente acudió a él para bautizarse en el río Jordán y creían que
debía ser el Mesías, pero Juan les decía: Después de mí viene
uno más poderoso que yo. Un hombre cuyas sandalias no soy digno de
tocar. Yo os bautizo con agua, pero él os bautizará con el Espíritu
Santo».
Un
día Jesús fue al río Jordán para que Juan lo bautizara. Cuando
Juan vio acercarse a Jesús, supo con certeza que el hombre que se
encontraba frente a él era aquel cuya llegada había anunciado.
«Mirad el Cordero de Dios que quitará los pecados del mundo»,
dijo. Entonces intentó evitar que Jesús se le acercara diciendo:
«Soy yo quien necesito ser bautizado por ti. ¿Por qué vienes a
mí?». Jesús sólo respondió que era necesario.
Jesús
se bautizó, no por sus culpas personales, porque no las tenía, sino
por pertenecer a un pueblo pecador y ser miembro de una comunidad que
había cometido injusticias. No reconoció tener conciencia de
culpa, sino conciencia de formar parte de la comunidad pecadora
que fue a bautizarse ese día.
Después
del bautismo, Jesús se levantó y caminó hacía la orilla del río.
El cielo se abrió y Juan vio como el Espíritu de Dios descendía en
forma de paloma para iluminar a Jesús. Se oyó una voz que decía:
«Este es mi Hijo amado; en él me complazco».
En
esa época, Galilea estaba gobernada por Herodes de Antípodas, el
hijo de Herodes el Grande. Juan el Bautista había hablado en contra
de él condenándolo por haberse casado con la mujer de su hermano,
llamada Herodías.
Ella
por su parte, estaba furiosa por la declaración pública de Juan el
Bautista y quería que lo mataran, pero Herodes de Antípodas tenía
miedo, conocía la reputación de Juan como hombre santo y solamente
hizo que le arrestaran y encarcelaran.
Pero
la ocación propicia se dio durante el cumpleaños de Herodes, este
realizó un gran banquete para los nobles de su corte y fue durante
el mismo que la hija de Herodías, Salomé, bailó la danza de los
“Siete Velos”.
A
Herodes le gustó tanto que prometió darle aquello que le pidiera.
Entonces
la joven habló con su madre y volviéndose hacia Herodes le dijo que
quería la cabeza de Juan el Bautista.
Incapaz
de no cumplir con su palabra, Herodes envió a uno de sus soldados a
la prisión con órdenes de volver con la cabeza de Juan.
Poco
después trajeron la cabeza del profeta en un plato y se la
presentaron a Salomé, quién a su vez se la entregó a su madre.-
Cuando
los discípulos de Juan lo supieron fueron a recoger su cuerpo y lo
pusieron en una tumba.
Juan
el Precursor había pagado el precio de decir la verdad sobre las
autoridades.
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